lunes, 5 de marzo de 2012

De Sincronismos y Destinos


Hace no mucho leí unos artículos de una amiga sobre la casualidad y la sincronicidad que me incitaron a reflexionar sobre el tema. Existen dos tendencias muy marcadas al respecto, ambas aferradas  a los extremos que representan. Y como siempre, creo que los extremos son erróneos. Por un lado está la creencia que la casualidad o azar determinan nuestra vida. Estos imprevistos siempre han estado evidentes en nuestra vida y nuestra curiosidad innata como raza nos ha hecho buscarle la explicación o el sentido.

En los tiempo antiguos donde el misticismo en volvía toda explicación se llamo Destino, Karma o Suerte, la cual podía ser controlada solamente por unos elementos externos a nosotros a los cuales decidimos rendirle culto para que nos protegieran de estos imprevistos. Llegando a sacrificar a los nuestros para intentar mitigar o controlar este azar. Con la llegada de la ciencia a nuestra sociedad se fueron cambiando estos Destinos, Karma por Teorías del Caos, Física Cuántica o Sincronicidad, pero en el fondo es lo mismo. Es nuestro intento por iluminar nuestra ignorancia, dar luz a aquello que no podemos controlar porque es ajeno a nosotros. Ya no sacrificamos gente para esto, si no que lo acotamos, lo ponderamos dentro de estadísticas, porcentajes y probabilidades. Pero aun así creo que nunca llegaremos a comprenderlo del todo, siempre estará esa probabilidad que rompe la estadística, esa incertidumbre, ese elemento de azar que rompe las teorías. Porque siempre va ser simplemente “un puede” nunca será un sí o un no con un  100% certeza. De la misma manera que por mucho que investiguemos el cerebro humano, la bioquímica del mismo y la psicología de las personas nuestros sentimientos  y relaciones personales serán algo más que simples reacciones químicas. Por eso negar su influencia en nuestra vida, nuestras acciones y logros me parece erróneo.

El problema de esta tendencia es que posiciona todo la culpa de los hechos en un locus externo haciendo que sintamos que nuestras acciones no tienen sentido, ni ninguna repercusión. Que nuestra mera existencia es un devenir por la corriente de la vida si que podamos hacer nada para evitarlo.  Haciendo que la vida carezca de sentido. 

Por otro lado existe la teoría de que la determinación, la creencia y la fe en algo ocasionaran  que esto ocurra contra viento y marea. Teorías más científicas como la Sincronicidad o metafísicas como la expuesta en El Secreto se basan en esto. Que todos nuestros actos y decisiones nos llevan a un punto y a unas resoluciones determinadas por los mismos.  Eliminando por completo la existencia de las coincidencias o el azar de la existencia.  Este tipo de posicionamiento ocasiona a mí entender que cualquier fracaso ocasione que la culpa de mismo sea nuestra. Posicionando todo la responsabilidad en nuestro locus interno. Al no existir las coincidencias o el azar, la responsabilidad de que algo no te salga a ti y al resto si es completamente tuya. Ya sea por tu incapacidad, tu faltad de determinación o fe en lo que crees. Lo que puede ocasionar la destrucción de la autoestima de la persona.

Si por ejemplo te pasas toda tu vida intentando encontrar a tu pareja pero nunca das con la tecla y al mirar a tu alrededor ves que resto si parece dar con ella, es muy duro asumir que todo es culpa tuya. Que las circunstancias, el lugar o el momento no tengan nada que ver es acarrear sobre ti mismo demasiado peso.  Intentar localizar el fallo y no dar con él, no comprender que hay en los otros que tu no tengas es crucificarte una y otra vez a ti mismo, pues es muy posible que simplemente las estadísticas no te hayan acompañado.  Y al no asumir este aspecto empieces a inventarte o asumir fallos en ti que no existen. Por eso esta tendencia tampoco me parece correcta.

¿Entonces si ambas me parecen erróneas, como enfocar esto? De nuevo creo que la solución está en un equilibro entre ambas. Pienso que cualquier evento o acción en nuestras vidas esta determinado por dos aspectos, uno externo y otro interno. El elemento externo esta dictaminado por las otras personas, las circunstancias, el momento y inevitablemente por el azar o la causalidad que nos acompañe en ese instante. Todo esto es algo que podemos intentar encauzar o forzarlas para que no sean favorables pero siempre existirá ese punto completamente fuera de nuestro control que puede determinar si tenemos éxito o no. Limitar y encauzar todas estas probabilidades hacia nuestro objetivo es lo que podemos lograr con el elemento interno, nuestra determinación, nuestras decisiones y nuestros actos. Estos limitaran al máximo las posibilidades de un imprevisto o una casualidad negativa, pero teniendo claro que nunca llegaran a eliminarla por completo.

Creo que esta es la clave del tema, nunca debemos caer en la apatía de dejarnos llevar por la corriente del Destino, determinando nuestros éxitos y fracasos. Pues con nuestras decisiones y actos podemos encauzar este rio hacia nuestros objetivos y sueños, pero teniendo claro que el agua es un elemento indomable y que en cualquier momento puede saltar y cambiar de dirección. Y en estos casos la casualidad nos hará alejarnos de nuestros sueños y objetivos. Entender esto no hará que sea menos frustrante o menos doloroso pero si nos permitirá ver que no ha sido culpa nuestra, ni culpa de nadie. Que no debemos crucificarnos a nosotros mismo y pagarlo con lo demás pues no tuvimos ninguno la culpa. Simplemente las probabilidades estuvieron en nuestra contra y estas no son un ente maléfico que te odia, simplemente es el caos y el azar de la vida misma.

Que duele y es frustrante ver que otros tienen a veces más “suerte” que tu, si, no vamos a negarlo. Pero si en el fondo si sabes que has hecho todo lo que está en tu mano, has encauzado todas tus decisiones y actos hacia un objetivo que finalmente no ha resultado. Mientras que a otras personas si, no olvides que no es culpa de uno. No se es inferior a la otra persona o se debe a que esta tenga algunas cualidades que no poseemos, simplemente la probabilidad estuvo de su lado en vez del tuyo. Tenemos que tener en cuenta que eso es algo que nadie puede controlar del todo. Asumir este elemento azaroso en nuestra vida es difícil y algo desesperante pero finalmente lo que nos queda simplemente es levantarnos de nuevo, volver a intentarlo con todas nuestras fuerzas y cruzar los dedos para que esta vez las probabilidades estén de nuestro lado.




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