lunes, 7 de mayo de 2012

De Libertad y Educación


Hace un par de días leí el artículo de Total Libertad escrito por una amiga y cuando empecé escribirle un comentario al mismo poco a poco fue creciendo y acabo convirtiéndose en la entrada de esta semana. Estoy de acuerdo que vivimos en una época de mayor libertad que las anteriores, o al menos eso nos venden, pues aun a día de hoy de se debe tener una fuerte voluntad para nadar contramarea de salirse de los cánones establecidos de nuestra sociedad. Que estos cánones ya no los clásicos conceptos legados por la Iglesia, la familia o relaciones tradicionales no lo pongo en duda. Pero si creo que ahora están establecidos unos cánones nuevos determinados por la sociedad, el consumo o nuestro concepto de triunfo como persona que domina en nuestra sociedad. Pero este sería otro tema a tratar individualmente y no quiero desviarme de la idea original, así que asumamos que vivimos en una total  libertad no condicionada por ningún agente externo, más que por nosotros mismos, nuestros gustos y decisiones.  

Soy un férreo defensor de la libertad individual de cada uno pero tengo que reconocer que la total libertad que nos han legado tiene serios problemas, al menos desde mi punto de vista. Una libertad sin educación para saber aprovecharla es una gran putada, y creo que nos causa muchos problemas. Somos una generación que goza de muchas más libertades que nuestros padres, muchísimas más que nuestros abuelos pero toda nuestra educación, nuestra forma de relacionarnos, de enfrentarnos a la vida, a las decisiones son un legado de una cultura mucho más restrictiva, mucho más acotada. Lo que nos deja solos enfrente a lo desconocido, y como siempre, todo lo desconocido da miedo. Hace poco viví una situación que es una  perfecta analogía de lo que quiero decir:

Estábamos en una inauguración cuando unos amigos decidimos hacer algo de tiempo tomando un café y uno de ellos nos llevo a una cafería nueva. Siempre es bueno conocer nuevos sitios, libertad de elección. Según llegamos es un sitio pequeño pero agradable. Cuando el camarero nos pregunta nuestro guía pide directamente un café muy concreto, de una forma muy concreta. Los dos restantes pedimos siguiendo nuestra costumbre un barraquito, que es lo que nos apetecía en ese momento. Tenemos libertad de elección, por su puesto. Pero en ese momento la libertad nos abofetea en la cara con una pregunta del camarero:

- Vale dos barraquitos ¿Pero de que café? – Y señala a su espalda donde se extiende una pared de varios metros llena de cientos de botes de cristal con cientos de cafés diferentes, de diferentes nacionalidades, matices, sabores y cualidades.


En ese momento me quedo en blanco pues yo solo quería un barraquito, uno como los de siempre como mi educación y experiencia me había enseñado a lo largo de la vida. ¿Pero cuál era de todos esos? ¿Cuál era el correcto? ¿Cuál era el que quería? ¿Cuál era el que yo deseaba? ¿Cuál era el correcto para mis gustos y necesidades? Sin duda tenía una total libertad para elegir pero no la educación para aprovecharla. El desconocimiento, el miedo a equivocarte me bloqueo por un instante sin saber cómo reaccionar, que hacer. Finalmente acabe haciendo lo que me parecía más correcto y lógico en ese instante. Y le conteste tímidamente:

- La verdad no tengo ni idea de cafés, ni de sus cualidades. Quisiera un barraquito como los que esto a acostumbrado pero no se cual sería la mejor opción. Tantas opciones me abruman. ¿Cuál crees tú que sería el mejor? – El pregunte haciendo evidente mi completa ignorancia en este tema.

El camarero tras meditarlo un segundo me comento directamente:
- Creo que la mejor opción es este café de Guatemala que tiene en el sabor unos toques a canela. Queda muy sabroso para hacer barraquicos – Asintiendo con la cabeza confirme el pedido y al rato disfrute del café aprendiendo una cosa más sobre este curioso mundo del café. Para la próxima vez ya tengo una referencia. Puedo repetir u optar por la libertad absoluta de posibilidades y probar nuevas cosas comparando ya con algún conocimiento previo.       

Este mismo problema nos lo encontramos con esta total libertad para nuestra vida y relaciones. El problema erradica que no tenemos a nadie, o yo al menos no conozco a nadie, que tenga ese vasto conocimiento de la materia para que nos aconseje. Pues al fin y al cabo somos las primeras generaciones con este grado de libertad. Este desconocimiento nos causa miedo, y este miedo muchas veces nos deja en blanco, congelados si saber que decidir, que hacer ante las millones de decisiones que debes tomar cuando eres libre. Estas decisiones son una carga y muchas veces son duras las caídas. Por eso vivimos en una sociedad que prefiere verse encauzada como ovejas en sus gustos, estilos, formas de relacionarte y forma de entender la vida o el triunfo. Es muy complicado decidir por uno mismo, el autoaprendizaje es costoso y la mayoría de las veces doloroso. Por esto creo que hubiera preferido una progresión más lenta para alcanzar nuestra Total Libertad o que me hubieran educado algo para ella. No puedo evitar sentirme pedido demasiado a menudo pues sentarse decirse eres libre de hacer lo que quieras, ir a donde quieras, hacer lo que quieras, pensar lo que quieras, no hay límite da mucho vértigo. Es el mismo vértigo que siento cuando miras a las estrellas y te planteas lo infinito que es el cosmos y lo insignificante que somos. Y en toda esta amplitud: ¿Donde están los límites de lo correcto e incorrecto? ¿Realmente tienen sentidos estos límites morales que nos imponemos? Si todo es válido, todas la opciones son correctas pues de ellas aprendemos sea positivas o negativas ¿Por qué decidir?

Quizás todo mi problema sea que odio tomar decisiones sin tener experiencias, opiniones o datos previos sobre los temas. Que me da mucho miedo tomar decisiones que para mí son “a lo loco” tirándome de cabeza. Y que por todo esto vea que la Total Libertad sin educación es una putada que nos ha tocado vivir, con la cual deberemos aprender a vivir y espero que podamos trasmitir lo aprendido a las siguientes generaciones. Así al menos los cuales tendrán algunas herramientas para enfrentarse a la posible Total Libertad Extrema que les tocara vivir ellos. Mientras tanto me tocara aprender a rodar para no partirme la cabeza con tanto salto al vacío…  

6 comentarios:

  1. Resulta curiosa tu reflexión sobre este tema puesto que siempre creí, que eras una persona moderádamente decidida y sin miedo a lo que pueda venir. Después de todo no somos tan diferentes. Quizá yo sea el exponente de lo que supone ese miedo a elegir en su aspecto más extremo, puesto que me quedo paralizada de miedo ante las decisiones con mucha frecuencia. Pero en mi caso, lo que realmente da miedo es elegir mal.Quizá una posible solución a estas situaciones sea la de tomar la decisión sea cual sea sin pensar más en las opciones desechadas una vez se escogió una de ellas. Porque si no podemos torturarnos muchísimo. Y además, así aprendemos, ¿no?.

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    1. Usualmente suelo tener claras mis opciones, pero como en el caso de barraquito a veces los imprevistos te desmontan los esquemas y ante un nuevo abanico de posibilidades necesitas información nueva para ponderar las opciones. Aunque la vida a veces te empuja sin dejarte ese tiempo para aprender y poder valorar. Por otro lado todos tenemos miedo a lo que pueda ocurrir, el no tenerlo seria un grave problema, pues su función es avisarnos que algo puede salir mal y estar prevenidos. Es un instinto de supervivencia. El tema es saber manejarlo y poder aprovecharlo a nuestro favor en vez de convertirlo en un elemento negativo. Tener la certeza que siempre, pase lo que pase, se sale a flote no quiere decir ser un temerario. ¿Solución? Sin duda elegir la opción mas favorable, y ya no volver a pensar en las opciones. ¿Y cual es la mas favorable? Pues a mayor conocimiento, educación y experiencias tengas podrá reconocerla mas fácilmente entre la total libertad de opciones.

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  2. Yo creo que cuantas más opciones hay, más difícil resulta elegir. Si sólo te hubieran ofrecido dos o tres tipos de café, posiblemente te habría resultado más fácil decidirte. A veces el exceso de oferta dificulta la libertad de elección :P

    Por cierto, dónde está esa cafetería?

    bsito

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    1. Claro que a mas opciones mas difícil resulta elegir, de hay la importancia que creo que tienen la educación para la libertad que comenta. A menos opciones menos posibilidades y aspectos a tener en cuenta...

      Por otro lado la cafetería se llama La Cafeína y esta en la Laguna.

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  3. Respuestas
    1. Lo que nos lleva a un aprendizaje y por lo tanto una educación en el tema. Por lo que tras ya haber probado todos los cafés ya tendrás las herramientas necesarias para disfrutar de tu libertad. Así que estoy de acuerdo en que ir probar todos los cafés es la solución.

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